978-84-670-7258-7 Título
Peñas Arriba  
Autores Pereda, José María De           
Editorial Espasa Calpe, S.A.  Nº edición  Año  Abr/2024
Colección  BCRAE  Nº colección  Páginas  832 
 
Materias






Encuadernación  Cartoné 
Largo  205  Ancho  125 
Idioma  Castellano 
Estado
Sin stock
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  P.V.P. 
 
   54,90
 
 
Reseña del libro
Peñas arriba, publicada a principios de 1895, alcanzó un éxito inmediato por su capacidad de captar las dimensiones simbólicas de un paisaje, el de la montaña cántabra, que aparece contrapuesto a la vida sofisticada y mendaz de la urbe. En el frívolo y mundano Marcelo y en la relación que establece con su tío, el ejemplar don Celso, se cifra ese camino de regreso a lo natural.
En su edición para la Biblioteca Clásica, Laureano Bonet sitúa el "realismo regionalista" de Pereda en su contexto estético e ideológico (tradicionalista y antiliberal), ubica la novela en unas coordenadas europeas más amplias y le insufla, además, una mirada renovadora, de orden antropológico, que la aproxima a angustias de nuestro propio tiempo.
Para el establecimiento del texto se ha escrutado detalladamente el difícil proceso de redacción de la novela -interrumpida por el suicidio del hijo-, cuyo autógrafo se conserva, y se han tenido en cuenta la primera edición y la que se incluyó en las Obras completas del autor.
 
 
Bio-bibliografía del autor
José María de Pereda (Polanco, 1833-Santander, 1906) pasó la mayor parte de su vida en Cantabria, espacio al que se vincula profundamente su obra literaria. Estudiante irregular, en 1852 se trasladó a Madrid para intentar el ingreso en Artillería, pero se sintió más atraído por la animada vida de la capital. Regresó a Santander en 1855 y empezó a colaborar en la prensa local y a escribir, sin demasiado éxito, obras teatrales. Su trayectoria se inicia con Escenas montañesas (1864), que le abrió las puertas de los periódicos madrileños y el contacto con escritores a nivel nacional. A principios del decenio de 1870 fue diputado carlista en Cortes, aunque acabaría regresando una vez más a Santander, donde sostuvo desde entonces una actividad literaria reconocida (El sabor de la tierruca, 1882; Sotileza, 1885, entre otras novelas suyas), con una reputación que se situó solo por debajo de las de Valera o Galdós. El suicidio de uno de sus hijos en 1893 lo marcó profundamente: tras completar con gran dificultad Peñas arriba (1895), escribió muy poco más. Fue miembro de la Real Academia Española desde 1896.