Este libro trata de la relación a nivel legal entre el padre y los menores en supuestos de violencia de género. La legislación sobre la materia establece medidas para proteger a la mujer, pero muy poco recogen los textos legales en relación a la protección del menor. En los últimos años el Derecho ha reconocido al menor de edad como víctima directa de la violencia de género pero, más allá de la mención formal legal, no se sabe con claridad en qué consiste esa denominación de víctima directa de la violencia, es decir, qué valor jurídico se le da, cómo amparar al menor si lo consideramos víctima; pareciera más bien una expresión jurídica formal sin contenido, pues en la práctica la concepción de víctima se percibe desde la prueba fehaciente que acredite que el padre maltratador no es un buen padre, por grave que haya sido el delito de maltrato perpetrado. ¿Qué debemos demostrar?, ¿en qué casos pueden ser restringidas las relaciones entre el padre y el hijo? ¿volvemos a hablar de violencia directa o indirecta? Nos atrevemos a decir que es ahora el momento de dar un paso más en la protección del menor y plantear mayores garantías para con ellos, pues las consecuencias de la violencia de género sobre estos menores son perversas y hacen perpetuar comportamientos violentos de futuro, además de provocar enormes secuelas psicológicas. La autora es consciente de la gravedad que supone la limitación de funciones parentales, por ello las líneas de actuación entiende deben ser muy claras y las situaciones delictivas debidamente probadas o con indicios probatorios suficientes. Este libro intenta disipar la incertidumbre que sobre esta materia existe aún en el momento actual. La autora estudia con detalle cómo está la ley y qué habría que cambiar, para adecuar este reconocimiento formal a medidas de contenido material mucho más precisas.
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