“(…) A partir de la formulación y desarrollo del modelo de equilibrio integral propuesto, se pudo advertir en la consecución de su dogmática y aplicaciones, que el Derecho y la Economía son disciplinas que pueden llegar a ser profundamente compatibles y complementarias, aún si se abordan desde sus paradigmas prima facie más incompatibles (eficiencia y equidad), pus si se abandonan las posiciones radicales, y, concomitante a ello, se asume un enfoque interdisciplinar, es posible llegar a construir soluciones deontológico-consecuencialistas, que no sean indiferentes a los límites y restricciones propias de la escasez, pero que tampoco desconozcan lo derechos y garantías fundamentales que fungen como bienes primarios (…)”. |